sábado, 27 de junio de 2009

Con el alma en un hilo

CON EL ALMA EN UN HILO.
La causa de la justicia no avanza hacia buen fin.
La oscuridad aumenta. Las fuerzas disminuyen.
Ahora, después de tantos años de lucha,
estamos peor que cuando comenzamos.
En cambio, el enemigo es más fuerte que nunca;
ostenta su poder con mayor fuerza
y mira a todos lados con ojos invencibles.
Sin embargo debemos reconocerlo:
Fueron nuestros errores los que lo hicieron fuerte.
Cada vez somos menos;
las consignas son confusas.
Nos robaron las palabras y las han retorcido
hasta volverlas irreconocibles.
Preguntas hoy:
¿qué está mal de lo que dijimos entonces?
¿una parte o todo?
¿con quién se puede contar aún?
¿y nosotros, estos pocos que permanecen en la vigilia,
hemos sido expulsados del río de la vida?
¿quedaremos atrás,
sin entender a nadie ya,
sin que nadie nos entienda?
¿se trata de tener suerte o no?
¿o de tener razón o no?
Así preguntas. Espera...
Sólo tendrás la respuesta de tu conciencia,
frente al sufrimiento de la mayoría.
Y al dejar el mundo,
no te preocupe saber si fuiste bueno,
sino si el mundo que dejas es mejor.
Bertold Brecht

Leo este poema casi por casualidad siendo el día que es hoy.
Es el día para pensar porque mañana tenemos que votar legisladores en Argentina.
Casi estaba convencida yo de que esta como tantas otras elecciones son nada más que tiempo perdido.
Un hacerse de cuenta que uno decide cosas que en realidad otros manejan.
Un querer conformarme y conformarnos antes que declinar hacia el convencimiento de que somos nada. Tenemos una ventaja. Somos más. Sólo eso.
Y un montón de desventajas que pueden resumirse en una palabra. Apatía.
Ya no queremos hacer el futuro. Nos cansaron o nos cansamos.
Intentamos durante un tiempo pero ya no. Dejamos que otros le pongan protagonismo y forma a la vida que deberíamos estar construyendo nosotros.
Y de repente este poema.
Me llena de verguenza sentir que no tengo casi ganas de hacer para mañana. De hacer para otros que considero importantes.
Dejé casi que me doblegaran.
Y entonces este poema y tanta vida que vivió haciendo.
Este ejemplo que me devuelve cierta confianza en que se puede.
Un intento más?
Decidir con responsabilidad por ser parte de esta gran maquinaria de la que descreo y rebuzno. Ponerle el cuerpo a la posibilidad de convertir lo que esta mal en algo que este mejor para que un día pueda estar otra vez bien.
Equilibrar la balanza para el lado de los humildes. De los sufrientes que no tienen voz ni ganas de seguir gritando por ayuda.
De los inocentes que siguen creyendo que mañana alguien hará justicia por ellos.
Difícil, cuan difícil.
Discriminar entre los que quieren engañar y venden espejos de colores. Y encontrar un camino que sea genuino y conduzca a algun lugar donde un mundo mejor sea posible.
Votar.

sábado, 20 de junio de 2009

Botón fumaba paco

El otro día como al pasar me enteré que mataron a Botón. Un pibe, de esos que limpian los vidrios en los semáforos.
Lo vi tantas tardes cuando volvía para mi casa. Pero en realidad nunca lo miré.
Formaba parte de mi vida y ni cuenta me dí.
Lo mataron de diez puñaladas dicen.
Que fumaba paco desde hace un tiempo, que vivía con el abuelo porque no tenía padres, que a veces juntaba la plata de los otros pibes para comprar la droga pero no la entregaba. Se la fumaba él solo y luego se enojaban y lo molían a golpes.
Todo eso pasaba, le pasaba.
Yo nunca me enteré. Claro que lo veía. Un pibe con mirada triste y cara sin edad. Podría tener 14 o 17. Difícil de precisar.
Ahora pienso cuánto le habrá dolido la vida? Cuánto le habrá dolido la muerte? Habrá tenído miedo?
Ahora pienso pero no sirve de nada, claro.
Cuántos otros Botones se cruzarán en mi camino?
Haré algo la próxima vez?

jueves, 11 de junio de 2009

Le duele el alma

A mi amiga le duele el alma.
Me lo hizo saber a través de un mensaje en el que decía que estaba cansada de vivir, enojada con todo y con todos.
Y yo percibí que no era un mensaje más. Era un genuino grito del corazón. Un basta que a veces sale con todo el aliento más porque la gota rebalsa el vaso que por un hecho en particular que lo desate.
En ese mismo instante fui conciente de que debía hacer algo. Mostrarle cuan equivocada estaba.Cuánto bueno tiene la vida para apreciar y festejar.
Y busqué y busqué en mi cabeza las razones valederas, conocidas, escuchadas tantas veces por otros, dichas incluso tantas otras por mi misma.
Y me quedé empantanada.
Silente.
Pasiva.
Casi no doy crédito a la conclusión que llego a través de este ejercicio que empecé para otro y me atrapó en sus redes.
La vida no es una gran cosa.
No tiene deparado para cada uno de nosotros algo mágico y bendito. Tantas veces por el contrario le damos miel y nos devuelve palos. Es injusta y arbitraria. No tiene amigos ni respeta privilegios. Tampoco es sabia para darle a cada uno lo que se merezca y permite que mueran los inocentes y triunfen los jactanciosos.
No es ella la que me dará nada aunque se lo pida. Será impiadosa con el débil y todavía desde arriba reirá y reirá con una bocanada de aire gélido.
La vida no es una gran cosa.
No mitigará el dolor de nadie, no respetará las reglas, no vendrá en tu auxilio ni recordará tus muertos.
No hay que pedirle mucho porque es sorda. No tiene paciencia ni ganas de escuchar nuestros ruegos como podría hacerlo Dios con una mirada piadosa.
La vida avanza. Pasa y no espera a nadie. No vuelve la mirada ni espera en el anden.
Entonces?
Tal vez lo único que pudieramos desear es seguir cada día con la oportunidad de que un rayo de sol entibie nuestra piel, no es lo grande lo que hace valiosa la permanencia en la vida. Es justamente el detalle, eso que ella no valora y le pasa desapercibido. El pliegue escondido en una mirada, un pequeño gesto que se imprima en el alma. Poca cosa. Tan valiosa.
Aprender a apreciar las insignificancias, hacerle lugar a lo cotidiano para atesorarlo. Disfrutar sin mirar adelante ni atrás. Menos expectativas sanan y dan un envión.
Me quedo sin argumentos para defender esa otra vida. La de las peliculas con campanas y príncipes azules, con finales felices y cuentas saneadas.
La vida es otra cosa.

sábado, 6 de junio de 2009

Esto del vuelo 447

Esta semana estuve inundada de ansiedad por saber que le pasó al avión que se cayó y todos denominamos ya "el vuelo 447".
Ahí va que me pregunto será puro morbo?
Siento como una preocupación genuina, pero de donde saldría? Empatía por aquellos desconocidos que tuvieron la desgracia que a mi no me gustaría tener?
Busco una explicación y se me hace dificíl justificar mi interés. No son argentinos (esa podría ser una excusa algo valedera). Apenas había uno en el vuelo.
No es aparentemente un atentado terrorista (aunque si lo fuera pondría las cosas en un mayor nivel de interés incluso y debido al morbo).
No viajo frecuentemente en avión ni tengo una fobia recurrente sobre el tema.
No es inminente que haya un vuelo en mi camino (salvo que la diosa fortuna toque mi puerta) y mucho menos de Air France en particular.
Entonces?
A qué obedece este hambre de saber que pasó en particular con este evento?
Cosas difíciles de explicar se me cruzan por la vida a montones. Del tenor de por qué no combaten la droga? Por qué no nos molesta que se mueran pibes de hambre a la vuelta de la esquina? Por qué seguimos votando a los que nos estafan? Por qué nadie para a los "Grassi"? Por qué le temo más a la policía que a los delincuentes?
Podría hacer una lista interminable de cosas que me pregunto y no tienen explicación. No es el caso.
La realidad es que escudriño en los portales cada par de horas para ver si por fín alguien devela el gran misterio del tipo Lost.
Poco serio lo mío.
No hay otra explicación.

lunes, 18 de mayo de 2009

Hoy se murió un poeta

Hoy se murió un poeta. No hablo de Mario Benedetti que fue un mayúsculo reconocido por todos cuya obra queda para los que vienen.
Hablo de Juan. Hasta el nombre es símple, como fue su vida. Sembrada de errores y de sueños imposibles. Era básicamente un poeta sin serlo. Casi la antítesis del Mario que murío el mismo día que él. Será casualidad?
Juan no se animaba a decir que era poeta. Bajaba la voz, y la mirada. Casi disculpándose confesaba que escribía sonetos, como Calderón. Pero rápido aclaraba que no quería compararse, por miedo tal vez a las comparaciones.
Vivió esas vidas opacas que viven muchos. Como el de la canción del hombrecito del sombrero gris.
Te acrodás:caminaba por la calle mayor, del balcón de su amada a su casa a escribir, esos versos...
Así se me representa hoy que ya no está. Se lo comió el cáncer. Fue aminorando la marcha, se dejó ir.
Y lo llorarán unos pocos. Lo recordarán cada tanto. No como a Benedetti que vivirá por siempre en su pueblo.
Me pregunto qué hace que algunos vuelen tan alto y otros con las mismas alas no puedan siquiera remontar.
De joven iba al Tortoni. En ese secreto anhelo de que alguien lo pare un día para preguntarle de quién eran esos hermosos versos que leía.
Nunca sucedió.
Apiló hojas que ya están amarillas, llenas de vida y de sueños y de dolor y de urgencias.
No usaba su nombre claro, allí en los versos se llamaba Candelario Pérez. Usando el apellido de su madre como para identificarse con algo.
Casi nadie pudo leerlo. Ni juzgarlo. Ni permitirle hacer más real el sueño. Era una mezcla de pudor y de inocencia lo que hacía que deje siempre las hojas en la valija.
Alentarlo no sirvió casi de nada nunca. Sabía como un designio que no iba a disfrutar del éxito que algunos tienen. Y lo aceptó como aceptaba todo en la vida. Con resignación casi malsana.
Y dejó que la vida lo viviera sin estirar la mano.
Se fue sin ruido. Para ser olvidado. En una última metáfora de lo que no pudo ser.
No hubo noticia en su muerte. Era esperada. Como no hubo noticia en su vida.
Si hubiera podido cambiar algo no tuvo ganas.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Buscando "panaderos"

Nada más intrascendente en mi vida que ese yuyito que solíamos llamar "panadero". Ese que tiene una flor cuya particularidad consiste en que al soplarla se desarma como un copo de nieve.
Eso era hasta ayer, claro.
Hoy no puedo evitar caminar mirando para abajo. Buscándolos como si buscara una razón. Escudriñando cada rincón de la nada que suele posarse en las veredas. Entre los jardínes de otros.
Y si llego a encontrar alguno me da un respíngo el espíritu, lo junto y atesoro hasta que llegue mi nieto a visitarme.
Es que tienen un influjo para él que se le ilumina la mirada de sólo ponérselos delante. Y llena los pulmones de aire y sopla esperando el milagro. Y corre tras cada trocito y se ríe y me río.
Eso me hizo pensar.
Con cuántas otras cosas me ira a pasar lo mismo?
Ni recuerdo la última vez que me di cuenta que existían los panaderos.
Se me contagió la inocencia. Me prestó ojos nuevos (como diría Osho) para mirar lo cotidiano.
Ando como estrenando alma con la tibieza de los que no tienen maldad.
Qué bien se siente.
Hago esfuerzos para traer a la mente lo que me atormenta cuando me olvido de lo que de verdad importa.
Hoy la vida me dio un respiro.

viernes, 1 de mayo de 2009

Sirven de algo los barbijos

Estoy entre ponerme racional y comenzar a investigar todo lo que pueda sobre esta gripe porcina que ya no quieren que se titule así porque no hay que echarle la culpa a los pobres chanchos y bajar cortina.
Cuál sería una actitud madura y sana?
La verdad es que descreo de casi todo lo que leo por aquí y por allá.
Yo no se si estaré contagiada por el "espíritu golpista" y ya todo lo que venga en formato de información me huele mal o mi mente está provocando un bypass a lo que entra para que no me afecte.
Estaré haciendo transferencia con la información política que suena toda poco convincente y se le ve la marca en el orillo? Nunca antes me había pasado en ponerme tan escéptica con todo lo que leo. Nunca.
Incluso hubo una época en la que yo consideraba que si estaba escrito, si lo había leído era incuestionable. Esos tiempos claro, ya pasaron hace rato.
Lo cierto es que algunas cosas de las que leo me provocan una especie de estrujamiento en el alma.
Por ejemplo el hecho de que le digan a las personas que eviten saludarse teniendo contacto físico. Darse la mano o un simple beso afectuoso puede ser hoy una irresponsabilidad. Me imagino a las madres dicíendoselo a los chicos antes de salir de la casa :"ya sabe mijo, nada de darle beso al amiguito cuando lo vea en un rato".
Igual me pasa con esto de llegar al nivel de alerta 6. Parece que entre las reglas de este nivel de alerta estaría el cierre de fronteras. Suena a película de domingo a la tarde. Suena a insulto al hermano.
Por otro lado me digo que no es para tomarlo tan a la sencilla en realidad. Que hay gente que está muriendo debido a este tema. No se porque algunos mueren y otros no. Supongo que será por esas complicaciones que tendrán que ver con cómo llegó a la enfermedad uno. No lo se realmente.
En algun lugar de mi ser se activa una lucesita que dice que no estoy viviendo esto. Que suena a teoría del complot, como las torres gemelas, como la muerte de Kennedy.
Siento que desvarío. Que estoy jugando con los conceptos y que todo es una gran confusión.
Yo solía ser una persona seria antes. No me pasaban estas cosas. Pero ahora si me pasan.
No se si será la edad dado que estoy entrando en la menopausia y eso en si mismo debe ser una revolución hormonal que tranquilamente puede justificar mi falta de juicio.
La cosa es que todo esto no me cierra.
A alguien le pasa?
Soy yo?
Estoy preocupada, muy preocupada por algo en lo que ni siquiera creo.
No es sano. No es cuerdo a todas luces.

viernes, 24 de abril de 2009

Aniversario del genocidio Armenio

Hoy es 24 de abril, en el año 1915 comenzaba el plan sistemático de aniquilación de una Nación.
Armenia. A manos de los turcos.
Muchos años de silencio y verguenza tiñen a la humanidad con este hecho.
Soy la nieta de un sobreviviente del genocidio. Los días como hoy recuerdo más que nunca a mi abuelo. Su historia es sencilla y cruel.
"Los turcos venían entrando en las casas y matando gente contaba cuando tenía ganas.
Mi mamá corrió todo lo que pudo y llegamos al muelle. Me tiraron en un barco. La miré y le dije adiós sin saber lo que decía. Era un adiós verdadero y profundo. Para toda la vida.
Anduve deambulando tomando las oportunidades que me dio el destino para sobrevivir. Era la guerra, y la legión extrangera tenía una virtud. Allí se comía. Se peleaba pero se comía.
Como era chico no me dejaban usar arma, pero si lustrar las botas de los superiores.
Aprendí rápido a sobrevivir. Cambiaba favores por cigarrillos. No es que fumara, pero el cigarrillo era el valor de cambio, como una moneda. Dos cigarrillos te aseguraban un bollo de pan. Los cigarrillos significaban comida.
De allí a Marcella, donde mandaban los huérfanos de la legíon.
Finalmente, ya grande, me subí a un barco. No tenía el boleto. Cómo lo hubiera podido comprar? El capitán más rápido que tarde se dio cuenta de mi existencia. Pero entendió y me dio trabajo.
Llegué a la Argentina. La tierra prometida. Era como llegar a casa, si yo hubiera sabido lo que eso significaba.
La primera tarde nomás escuché bombas. Me dije: no te podés sacar la guerra de la cabeza vayas donde vayas?
Eran bombas. Las del derrocamiento de Hirigoyen. Mal momento para llegar a casa. Pero así fue".
Así me lo contaba él. Con estas exactas palabras que no olvidaré mientras viva.
Ya murío mi abuelo hace años, pero yo no me convenzo todavía. A veces lo busco en las fotos de las revueltas que cada tanto suceden en las fronteras de su país. Casi puedo asegurar que más de una vez pude vislumbrarlo en los ojos de algun jóven blandiendo una escopeta.
Si hay un lugar donde él se fue, estoy segura que no fue al cielo.
Volvió allá, a buscar a su mama, a sus hermanos desconocidos, a reivindicar a su tierra. A pedirle cuenta a los asesinos de los suyos.
Con que sencillez consiguieron una manera de organizarse.
Había una casa con pretenciones de consulado en Buenos Aires. Pero no tenían fondos. Escribían en las paredes sus nombres, el pueblo, la fecha en que se fueron y el nombre de su padre.
Así fueron llenando las parades de ese lugar, y cada vez que llegaba un armenio a Argentina leía ávido esas paredes. Allí podría encontrar su sangre. Su historia. Esa que quisieron borrar.
Vivió como quiso y se murio cuando se le dio la gana.
Por eso mi recuerdo hacia él es una mezcla de sabores. Amargo y dulce. Porque era un rebelde con memoria.

martes, 14 de abril de 2009

Se me mueren los sueños

Hablando con un amigo me di cuenta hoy que diferente estoy a la que era ayer.
Ayer hace como veinte años digo. Pero recién me doy cuenta.
Yo era de esas que se pasaba por el tujes los dichos de Rousseau cuando lo leía en la Universidad. Todo eso de la declinación moral del hombre desde su estado de naturaleza hasta la civilización.
Cómo la civilización va a corromper al hombre. Inaudito, cosa de improvisados que quieren llamar la atención pensaba.
Y hoy me encuentro asintiendo con la cabeza. Vivo en un estado de confusión tal cuando veo nuestras instituciones, la decadencia, políticos sin verguenza alguna, ciudadanos que no saben ni queren saber en lo más mínimo de que se trata.
Estoy tan enojada con nosotros mismos. Conmigo, con ustedes, con el mundo todo.
Cómo llegamos hasta acá. Y lo que es peor: hay alguna manera de volver a ser lo que nunca fuimos?
Siempre si algo me iluminó fue la esperanza. Tibia, a veces lejana , pero siempre ahí.
Y hoy que voy y la tanteo no la siento. Agudizo un poco los sentidos y pensando que se fue más lejos hago pasos y nada. No está por ningun lado.
Entonces busco en mi cabeza los recuerdos de mis charlas con mi abuelo. Que vino de la guerra, de la matanza de los turcos, de la revolución del 55. Decía siemrpe lo mismo. No hay salida. Esto está podrido.
Yo pensaba pobre. Claro. Cómo iba a pensar otra cosa? Con lo que vivió. Y me colocaba justo en frente. Donde el sol era tibio. Y las certezas eran amigas y querían entrarme.
Pensaba que era cosa de viejos que vivieron la guerra y no pudieron superarla.
Pero yo sólo viví una guerra de mentirita. La de Malvinas. Con soldados de verdad. Y poca hambre, cuando quería hacer dieta. Y padres presentes. Y algo de militares pero también democracia. Así que no puede ser que esto que siento sea por que me estoy poniendo vieja, ni por las secuelas de la guerra. Es otra cosa. Qué es?
Puro hastío. Mirada fija en la realidad que ya no manipulo. Que me entra así como viene. Cruda, sin concesiones.
Pibes que se mueren todavía de hambre, enfermos que esperan en los pasillos para no ser atendidos nunca, gente sin consuelo que llora sus hijos muertos, justicia que no llega, ladrones que trafican con las donaciones a los de Tartagal.
Y la confusión. Cómo reconocerlos si son igual que yo? Leídos, verborrágicos, señores, funcionarios. Cómo reconocerlos?
Hoy no tengo consuelo.

domingo, 5 de abril de 2009

Sin comentarios

Estoy leyendo a Truman Capote en alguos extractos de su último libro "Música para camaleones". Y me siento atrapada por la lectura y a la vez no puedo evitar distraerme de ella identificándome con cosas que dice.
Me pregunto porqué esta necesidad de personalizar? Porqué tiendo a compararme, a buscarme en los dichos de otros?
Esto es lo que estaba leyendo:

El invierno pasado caminaba por un cementerio cerca de la orilla del mar en una aldea de Nueva Inglaterra, un lugar donde el mar siempre está muy picado y demasiAdo frío para nadar. Era un cementerio encantador. Las fechas sobre las lápidas color gris verdoso, eran casi todas del siglo diecinueve, con algún tipo de inscripción, algo que revelaba la filosofía del ocupante. Una de ellas decía: SIN COMENTARIOS. De modo que empecé a pensar qué hubiera hecho inscribir yo en mi lápida… La primera inscripción que se me ocurrió fue: CONTRA MI OPINIÓN. Luego pensé en algo mucho más característico. Una excusa, una frase que uso ante casi cualquier compromiso: TRATÉ DE ZAFARME, PERO NO PUDE.(Fragmento de autorreportaje).


Ahí me desconcentré totalmente de la lectura y me puse a divagar. Se me hizo muy patente algunas conductas propias que no entiendo y que se refieren a esto de la lectura.
Me encanta leer. Y me gustan mucho más los libros. No las copias, o los libros virtuales que suelo leer de internet. Sin embargo, o no obstante ello, nunca, casi nunca puedo comprar un libro. Es una especie de falla en la autoestima. Es una tara que no puedo sortear. Los libros me provocan por un lado la necesidad de poseer que no siento por otras cosas. Quiero que sean míos.
Por otro lado siempre tengo la excusa a la mano para no gastar en ellos. A lo sumo me permito comprar uno que otro en esas ferias en las plazas que los venden usados y por lo tanto más baratos.
Yo lo considero un problema de autoestima. Como no sentir el derecho de "derrochar" dinero en libros. Como si algo dijera en que si es justo gastar el dinero.
Sin embargo, hace un tiempo corto, sí me decidí y pedí que me regalaran un libro. De esos que yo nunca me permitiría comprar. En papel biblia y con encuadernación de lujo.
Lo tengo en un lugar de privilegio para mis ojos, casi como un objeto de arte que es necesario exhibir. Tiemblo sólo de pensar que alguien pudiera pedirmelo prestado.
Por qué será que algo que me provoca placer no sea capaz de llevar a cabo casi nunca?
Seguro esto tiene que ver con otras cosas. No con los libros, no con el dinero, no con la disposición económica. Sospecho que es más profundo y oscuro.
Debe tener que ver con esa imposibilidad que me acompaña de darme placer. O sentir ese derecho egoista de priorizarse.
Me pregunto qué tiene que ver este pensamiento con lo leído más arriba. Se me ocurre que nada!

martes, 24 de marzo de 2009

Nada por aquí,nada por allá

Hay momentos en los cuales uno, sin previo aviso se siente solo.
Eso, exactamente eso, me sucede a mí por estos días.
Y me pregunto por qué?
Qué tiene este hoy diferente del día anterior o el otro para que me sienta como no me sentía?
Y lo primero que se me cruza por la cabeza es la obviedad del nada.
Pero tan nada no debe ser seguramente. Sino por qué el cambio?
Aunque es dificíl describir esta sensación voy a hacer un intento.
Nace como una incomodidad interna. Como un dolor de cabeza incipiente, pero no en la cabeza. Está más bien ubicado en el alma. Pero si es la cabeza, o mejor dicho los pensamientos los que dan la señal de alerta. Como una alarma que se activara para que no pase desapercibida la sensación. Obliga a que uno tenga que hacer algo con ella.
Y entonces qué se hace?
En mi caso, no se si esto sucederá a otros, automáticamente se me activa una respuesta. Una lástima por mí misma. Un rato me sirve y me entibia. Pobrecita yo. Tan incomprendida como a los 14. Luego viene una especie de listado de quienes serían los potenciales responsables de este sentimiento. Va teñido de un dejo de reproche hacia los otros.
Se supone que si uno se siente solo es porque hay unos otros que pudiendo estar no están.
Las más de las veces encabeza la lista mi compañero obviamente, mi marido. Ese que no contiene, que no detecta mis humores, que no tiene la palabra justa, el gesto, la atención afinada.
Luego poco convencida me vuelco hacia mis hijos. Ingratos que no viven para su madre y osan tener sus propias vidas.
De ahí suelo saltar a las amigas y amigos.Con cierto énfasis en las amigas mujeres por ser de quienes uno esperaría más por eso de que ellas tienen más posibilidades de manejar la empatía.
A veces se me da también por incluír en la lista a las frustraciones.
Lo que no fue, lo que podría haber sido, lo que no me animé a que fuera, y puede ir agrandándose ese pensamiento dependiendo del entorno. A veces me perturba la cotidianeidad de la casa y ya no puedo seguir con esa rutina de autocomplacencia.
Entrada la noche, cuando el sueño se niega, se pone más personal la cosa.
Ya me resulta menos grato seguir con la lista y aparecen los espejos mentales.
Y ahí es donde se pone más dura la cosa. Ahí es donde tal vez por el cansancio me faltan fuerzas para evitar seguir viendo lo evidente.
Soy yo. Siempre soy yo.
Yo que no puedo conmigo. Yo que no entiendo mi propio código. Yo que siempre dejo para mañana escucharme. Yo tan incómoda con lo que soy que no me tolero.
Y surge el enojo. Y la impotencia. Y ese creo que es el verdero momento donde me siento más sola que nunca. Yo conmigo.

jueves, 5 de marzo de 2009

¿Somos lo que hacemos?

En esto de buscar la identidad mucho se hace incapié en lo que uno hace,desarrolla como profesión,tarea,don,rol social,desempeño.
Y desde cuándo uno puede elegir VERDADERAMENTE lo que hace?
En estos tiempos de crisis, con la poca probabilidad de estudiar para tantos, con la confusión vocacional, con la intermitencia en la permanencia de una labor redituable, es eso posible?
Voy a poner como ejemplo mi caso.
Estudié el profesorado elemental (maestra) porque consideré que era mi vocación. Sentí siempre un gran placer en enseñar. Sólo de ver la cara que pone un niño cuando descubre que entendió algo es en si misma una postal inigualable. Durante bastante tiempo me nutrí de esas mieles.
Pero la realidad llamó a mi puerta. Económicamente era un despropósito de tiempo y esfuerzo.
Antes había pasado unos años por la universidad estudiando abogacía. Carrera inconclusa para mí seguramente por no querer hacer el esfuerzo que significaba darle fín. Elecciones que uno enfrenta sólo para arrepentirse luego.
Parada en algun momento sobre terreno pantanoso tomé un camino diferente. Me dediqué a la venta. De todo tipo. Y descubrí que era buena para eso. Muy buena diría. Pero no me gustaba. Obtenía algun tipo de placer cuando veía que mis esfuerzos eran siempre recompensados a la hora de cobrar el sueldo. Pero no alimentaba mi alma. Más diría. La desgastaba enormemente.
Cuál es el don en definitiva del vendedor? Conocer la psicología de las personas, detectar rápidamente sus puntos vulnerables, presionar y convencer. O sea manipular.
Uno puede volverse un perito en esas artes.
Con el tiempo la eficiencia hace que se pierdan pocas ventas y que el salario crezca hasta convertirse en una razón de vida. Vacía. Salvo por la cuenta corriente.
Así deambulé unos años por ese materialismo que propone el vivir pendiente de lo material. Sin tiempo para casi nada más. El desgaste era tal que no me quedaba resto para ser más nada que un vendedor. Incluso en mi vida cotidiana. Manipulaba por deformación profesional. Tanto que llegué a hacerlo conmigo misma.
No fui yo quien dijo basta. Fue mi alma. Cansada y hambrienta le mandó una señal a mi cerebro de que era tiempo de parar. Y paró él sin avisarme a mí. Y me sumí en una depresión de la que no me fue fácil salir.
Yo tuve una ventaja que no todos tienen. No estaba sola. Eso hizo que pudiera hacer algo que me había olvidado casi que podía hacer. Elegir. Y entonces elegí.
Elegí no convencer a más nadie más nunca.
Elegí no mentir mirando directamente a los ojos.
Elegí no pensar que cada minuto que pasaba sin facturar era una pérdida de tiempo.
Elegí bucear en los caminos del espíritu para ver que otras cosas eran importantes y no se pudieran comprar con un billete.
Elegí olvidar muchas de las palabras que tenía grabadas a fuego por mi padre (cuanto tenés,cuanto valés).
Gané? Todavia estoy de balance. Hay una fuerza interior aun hoy que me grita despacio que estoy haciendo mal. Qué no soy "exitosa".Que por no poder me convertí en miope.
Me gusta pensar que esas voces se van a ir alejando. Me van a dejar en paz. Me van a permitir descansar de aquellos viejos valores que me exigian darle un monto a la felicidad. Que voy a poder hacer las cosas mejor para mis hijos transmitiendole otras verdades que no tienen que ver con la cotización de la onza de oro.
Pero la confusión no me abandona. Me es difícil alentarlos a ser lo que les de placer en un mundo que no perdona al rezagado.
Es bueno para ellos lo que no logra convencerme a mi misma incluso escribiendo esto?
Si soy lo que hago, como sé lo que tengo que hacer?

lunes, 2 de marzo de 2009

Inesperado

Hice algo inesperado.
Como este tema de los psicólogos me provocaba cierta incomodidad y desconfianza intenté una salida más científica. Me fui a un psiquiatra!
Ese si que es médico. Ese conoce mejor la morfología del cerebro en definitiva. Entonces me pareció más indicado para desplegar confianza en el profesional. Para poner mis problemas en manos más leídas.
Pero sobre todo para averiguar si hay una pastillita, de esas casi mágicas, que puedan darle algo de estabilidad a mi cansada cabeza.
Y si tengo que decir rápido como me fue, lo digo en una sola palabra. Mal!
De entrada nomás no me cayó lo que se dice bien. Porqué? Eso es difícil de describir. Es como si yo tuviera un archivo de caras o facciones que me caen bien y otro donde los rasgos por si mismos me "alertan" sobre quienes no van a poder contar con mi simpatía. Era este el segundo caso.
Pero yo tenía un objetivo claro. Y por todos los medios iba a intentar convencer a este buen hombre que me haga un poco más facil la vida.
Tantas veces escuché eso de la "píldora de la felicidad", hasta me recomendaron el libro (que nunca leí) Más Platón, menos Prozac, que me tentó la idea .
Es posible eso? Existe algo químico, que se compra en la farmacia que le otorga a uno algún tipo de felicidad? Si es así, porque no lo toman todos los que no se sientan felices?
Valía la pena intentar.
Y como no quería poner tiempo entre esa charla y mi felicidad futura fui rápida y sincera.
Error!
Tengo mar de problemas. Muchos de ellos de toda la vida. Soy insegura, miedosa, exacerbada, pienso tarde y hablo primero, me angustio, duermo tan mal que amanezco sentada, tengo definidos sentimientos homicidas muchas veces, una autoestima que cabe en un dedal, que más puedo decirle?
No es que yo quisiera decirle al hombre como hacer su trabajo, pero casi.
Fui al grano pero no apreció mi sinceridad. Le comenté lo de la pastilla de la felicidad, las muchas personas que conozco que vivien como zombies empastilladas y lo bien que se las ve. No escatimé recursos.
Pero que me va a dar la razón este tipo? Nada.
Me manda una tizana. Hasta la palabra es vieja. Ofensiva. Es un consejo que uno le daría a una persona histérica y no a una paciente en verderos problemas que busca su ayuda. Me decepcionó.
Ahí, en ese mismo momento quise razones. No me iba a ir como vine. Claro que no.
Por el mismo precio le pregunté por qué no me daba la mentada pastilla? Existía al menos? Tenía tales contraindicaciones que eran peores que mis males?
Ni una explicación me dio. Dijo que no era necesario. Cómo puede decir eso????? Con que autoridad además de ser un médico? No se traiciona así a un paciente que le vino a pedir sus servicios sanadores.
Casi que me pareció peor que el Psicólogo. Sí, hasta ese extremo.
Mudo el tipo, no hubo como convencerlo. Se quedó sentado en sus cuatro. Intransigente. Uno espera más de un tipo que pasó por la Universidad.
Ni una pomada me recetó.
Salí con las manos vacías y el corazón roto. Otra posibilidad de ser feliz que se me escurre entre las manos.
No hay derecho.

domingo, 22 de febrero de 2009

Una como tú

Hoy me desperté abarcativa. Con ganas de entender alguna de las tantas cosas que no entiendo.
Siempre me dan curiosidad las relaciones humanas.
Cómo se tejen y entretejen esos vínculos que a veces son tan efímeros y sin embargo recordados por siempre, o esos otros que duran una vida pero son tan imperceptibles que podrían cortarse en cualquier momento.
Anoche hablaba con un amigo. De esas cosas, la vida,las gentes, los amores, y las desaveniencias.
Y casi sin darse cuenta, inocentemente me mostró una faceta más de lo que nosotras las mujeres llamamos "los hombres".
En realidad cuando nos referimos así a ellos estamos hablando de cosas muy profundas. Sobre todo esa duda cruel que aqueja a toda mujer. "Los hombres" son personas? Sienten? Valoran? Son capaces de empatía? Y en cada hombre que diseccionamos estamos haciendolo indirectamente con "nuestro hombre". Ese que duerme a nuestro lado, o aquel otro que nos dejo en un mar de lágrimas, o ese otro que todavía estamos esperando porque dijo ya vuelvo y nos sentamos a esperar en un acto de optimismo desmedido.
Es más saludable estudiar la forma de pensar y de valorar los afectos de esos otros hombres que no son "mi hombre" porque podemos ser más receptivas. Por un rato solamente claro. Luego e inevitablemente sospecharemos si lo que logramos aprender de este hombre no será aplicable al hombre propio (si, propio de propiedad. Nosotras también cosificamos como ellos lo hacen con nosotras).
Y este otro hombre me mostró una perlita. Y yo me sonreí. Y sentí que entendí un poco más a estos especímenes dignos de largos estudios.
Me mostró su herramienta de seducción. Sin preámbulos ni preliminares.
Y cuál es? Míren ustedes.
Un cuento de Giovanni Papini que se llama ¿Por qué quieres amarme?
Es bello si. Pero lo importante no es hacer el análisis del cuento obviamente. Sino cómo es utilizado y lo fructífero de las consecuencias.
Este buen muchacho me cuenta que logró conquistar a su "amada" sólo transcribiendo el cuento y entregándoselo con cara de perrito faldero.
Y ahí se me provocó algo como una revelación.
Escribio este hombre el cuento? Conoció siquiera al tal Giovanni? Acompañó tal acto con alguna explicación que lo acercara a la trama del relato? Nooooooooooo. Sólo hizo copiar pegar y entregar.
Eso produjo en su "amada" un efecto amo a Giovanni pero como no está voy a quedarme con el mensajero.
Esta mujer a través de esas palabras de quien se enamoró? Eh? Obviamente de quién pensó , atesoró , hilvanó cada palabra allí vertida si es que es verdad que fue el disparador de tal enamoramiento.
Pero el señor Giovanni murió hace un trecho ya. Entonces? Cuán operativo resulta quedarse con Il Postino que sostiene en su mano el papel.
Práctico, poco complicado y posible.
Y si me sonrío es sólo por reconocer la sabiduría de tantos hombres como mi amigo que sabiendose poco duchos en el arte de comunicar buscan quien lo haga por ellos.
Esto una mujer no lo haría nunca. Querría palabras suyas y personales para comunicar su interés o amor o lo que le fluya por la sangre en ese momento.
El hombre no. Tan poco complicado como es, busca la solución correcta al problema que tiene delante.
Por eso ellos son solucionadores y nostras planteadoras de problemas?
Grande mi amigo! Y grande Giovanni! Y grande la pobre enamorada que se quedó con el sapo que no deja de besar a ver si se inspira!

jueves, 12 de febrero de 2009

Un tipo que conozco

Un tipo que conozco parece que tiene cáncer.
Y digo parece porque esto de los diagnósticos no es siempre como una ciencia dura.
A veces el derrotero de estudios puede ser infinito o casi.
A la incertidumbre de tener que enfrentar una enfermedad habría que sumarle las disidencias médicas.
La ciencia médica parece no estar muy de acuerdo unos con otros. Lo que para uno es una cosa para otro puede no serlo tanto.
El caso es que cuando me anoticio de esta posible realidad y sus consecuencias me encuentro en una actitud totalmente egoísta inesperada.
En vez de estar pensando en la vida de esa persona, en sus posibilidades, en sus posibles dolencias y carencias de los próximos tiempos va que me pongo yo en la foto.
Me sorprendió ésto cuando me di cuenta como estaba funcionando mi mente ,porque no me esperaba esto de mi.
Voy y me cuestiono mi vida y mi tiempo, y que haría yo y cómo lo haría. Cómo lo tomarían mis hijos y cómo manejaría el espacio que me quede.
Todo hasta que entro en razón digamos y me llamo al orden a mi misma por invasiva. Por imprudente.
Me tuve que recordar que no era yo la protagonista de esta historia sino él.
Este otro que sí esta enfermo, que sí tiene el problema, que sí se estará cuestionando con justa razón cómo seguirá su vida a partir de un diagnóstico concreto de cáncer.
Ahí fue cuando me di cuenta que caprichosos caminos tiene la mente. Cuánto de cultural habrá en esto de llorar tanto a los que se nos mueren, más por nosotros que nos quedamos sin ellos, que por ellos que se quedan sin la vida.
Esa inconciencia que nos lleva a ponernos en víctimas hasta de las penas de los otros. Esa miopía de no poder ser para otros apoyo en momentos en que deberíamos serlo, por tan ocupados que estamos siempre en ver que necesitamos nosotros mismos.
Evidentemente es tal el miedo a la muerte que reaccionamos aunque pase cerca. Cerca geográficamente solamente.
Y a qué se deberá este miedo?
Si somos creyentes es que hay otra vida en nuestras cabezas donde podríamos refugiarnos. No habría necesidad de tales miedos.
Si no somos creyentes algun concepto habremos desarrollado para ubicar la muerte y el papel que debería jugar en la vida misma. Entonces a qué temerle?
A lo desconocido tal vez. A ese lugar del que nadie volvió para asegurarnos que es cálido y amigable? A las fantasías desarrolladas durante siglos para colocar a la muerte como un enemigo de la vida y no como una parte necesaria de ésta?
A la certeza de que no somos omnipotentes y ni siquiera nuestro tiempo en la vida podemos manejar?
A qué le tenemos tanto miedo me pregunto una y otra vez?
Y no encuentro una respuesta que me satisfaga, como casi siempre.
Algo es seguro. Hay cosas que deberíamos estar pensandolas desde otras perspectivas. Más saludables y en sintonía con la naturaleza.
A la natuleza no parece jorobarle la muerte. La incorpora y la hace parte. Es un todo armonioso de vida y muerte. Principio y final. Todo como parte de un proceso. Sin molestias, sin estrés.
Deberíamos aprender más de la naturaleza?

miércoles, 4 de febrero de 2009

La que no soy

Sigo sin decidirme a tomar una decisión sobre si la terapia es buena o mala para mí y en este momento.
Mientras tanto, y para cubrir de alguna manera el espacio de encontrarse con uno mismo vuelco aquí lo que pienso cuando no pienso digamos.

Si tuviera que describir quíen soy o cómo soy estaría en un brete. No podría decidirme fácilmente.
Porque hablando en serio, cual de todas las que soy, soy en realidad?
Yo tengo una yo que va para afuera. Que sabe lo que quiere y como lograrlo las más de las veces. Esa se planta segura frente a los demás y rara vez se deja avasallar, discute, pone límites, camina erguida, habla en tono firme. Pero esa no soy yo ni lejos. Esa soy para los demás.
Luego estoy la otra yo. La que es muda. La yo de adentro nunca dice lo que piensa. Calla. Piensa arbitrariamente o evita notar la realidad y se distrae con nimiedades. Esa otra es muy insegura, tiene una autoestima pobre, duda, sabe profundamente que es la peor de todas. Esa yo no puede salir para afuera, no lo permitiría nunca. Se esconde y hábilmente. Sale cuando todos se van. Sobre todo de noche y no me deja dormir. Ocupa más cabeza que cuerpo.
Y encima hay infinitas otras yo que no conozco siquiera pero que vive en las mentes de los otros.
Tantas veces escuche a amigos y parientes decir de mi que soy de cual o tal manera que yo ni registro. Incluso nunca imaginaría la que soy para algunas personas. De donde sacan estas otras yo? Capaz que son construcciones suyas que nada tienen que ver conmigo. Pero me condicionan.
Porque me he encontrado actuando como esas otras yo. Para los demás, para no defraudarlos, para dejarlos contentos, o para que me quieran o acepten simplemente.
Me pregunto si a otras personas les pasará esto mismo.
Será que los demás tienen claro quienes son?
Tendré una mente disociada yo? Será una inmadurez que con el tiempo pasará? Lástima que me está llevando demasiado tiempo.
Ven? Estas preguntas serían para psicólogo no?
La macana es que no puedo ir con el cuestionario de cosas que quiero saber. Ya lo hice. Pero no se enganchan. Te sacan rápido de ese listado y empiezan a preguntar cosas que no me interesan y me ahuyentan.
Un psicólogo a medida necesito yo. Eso!
Sería rápido,efectivo, económico y tan satisfactorio.
Alguien conoce alguno como este que describo?
Avisen che!

viernes, 30 de enero de 2009

Tiro la toalla?

Como podrán notar quienes sigan este blog hace días, semanas que no hablo de las sesiones con el terapeuta. Por qué sucede eso? Porque no estoy yendo.
Paso por un momento de resistencia. Y hoy más que nunca que leo esto.
Ahí medio que me rebalsó el vaso.
Yo me cuestiono muchas cosas sobre si es posible que escudriñando en la cabeza se conseguirá algo positivo. Pero pienso que es una ciencia y algo debe conocer sobre la mente humana.
Pero igual no me alcanza. Será posible que sólo sentandose a hablar con un alguien y devanando ese carretel que es la vida de uno se logre algo?
O es dejarse de jorobar nomás con todas las cosas que una ya conoce que le hacen daño y repite?
Porque sospecho que hay mucho de autocastigo en esto de recurrir en tropezar "casualmente" siempre con las mismas piedras.
Uno no aprende porque no quiere? Por que no sabe? Por qué gran siete no aprendemos?
Acá es el momento en que me enojo conmigo. No con los otros que con el tiempo aprendo a conocer y saber que puedo esperar o no de cada uno.
No con ellos. Que son lo que son y seguirán siendolo.
Conmigo por enarbolar siempre la bandera de la palabra que es casi una mala palabra: EXPECTATIVA.
No hay que engañarse con esta palabra. Es una palabra traicionera y tendría que venir con algun tipo de advertencia sobre como manipularla.
Poniendose a pensar... que es lo que nos joroba la vida muchas veces? Justamente! La expectativa que ponemos sobre algo o sobre alguien. Quién nos enseñó que hay que tener expectativas?
Imaginemos una cultura diferente donde uno anda por la vida sólo con la gracia de Dios. Donde todo nos sorprende cuando nos llega porque no lo esperábamos. Llega cuando tiene que llegar no cuando nosotros esperamos que llegue. Y nosotros lo celebramos como un don. Como un regalo.
En esa forma de pensar no hay expectativa que valga. Hay un andar por la vida sin vencimientos.
Y si no hay expectativas no hay frustración.
Se entiende?
Una vida sin frustración es posible?
Un escenario donde el otro siempre da lo que tiene y a mí me sirve.
Donde lo que pasa no me genera angustias ni vacíos.
Esa vida me gustaría vivir!
Cómo se hace?
Sospecho que eso el terapeuta no me lo puede enseñar.

domingo, 25 de enero de 2009

Consejos para los que empiezan una terapia

No es la primera vez que empiezo una terapia.
Pero nunca pude ser "dada de alta"(existirá eso?) de un psicólogo. Seguramente debido a mi inconstancia en el tema. No debe haber más culpables.
Cosas que noté de una. Siempre siempre al comenzar una terapia comienza un romance. Bah, en realidad son dos los enamoramientos.
Uno con el/la terapeuta. Dicen que es necesario pero es feo vivirlo cuando no es uno el analizado. Cuando alguien inicia una terapia, sobre todo por primera vez, comienza a utilizar una frase odiosa y recurrente: "dice mi terapeuta/psicologo/analista que ..."
Esta nueva costumbre es muy incómoda para las personas allegadas a quien comienza una serie de sesiones. Más de una vez como expectadora me encontré pensando: y a mi que joraca me importa!!!!
El otro gran romance es con uno mismo (recuperación de autoestima le llamo yo).
Normalmente uno llega al consultorio falto de afecto con uno mismo. La decisión de pedir ayuda para ordenar la vida tiene que ver con una conciencia de que "algo estoy haciendo mal". Seguramente ese pensamiento se ve reforzado por quienes nos acompañan (marido,padres,amigos,hijos) que no dejan de decirnos lo insoportables que somos/estamos, lo intransigentes que nos pusimos, lo desacertado de nuestro accionar, etc.
Eso conlleva un inevitable enojo con uno mismo. Y que es lo primero que hace el terapeuta? Te dice que te PRIORICES. Te hace preguntas que hace tiempo no te hacés ni nadie te hace.
Vos que querés? Vos que tenés ganas de hacer? A vos te importa?
Y es muy movilizante para uno que viene de un alto entrenamiento en tratar de adivinar qué quieren los demás, que necesitan, que te reclaman, etc.
Pensar en uno no es un ejercicio fácil para muchos de nosotros.
Mucho menos pensar en uno sin dejar de pensar en los otros. Esa es la parte que el terapetua no te alerta de tener en cuenta. Así que llevado casi por un torbellino te ves pensando en vos como nunca lo hiciste antes tal vez. Pero con un error de concepto las más de las veces.
Eso tiene un costo muy alto para el desprevenido paciente.
Inflar el ego no siempre ayuda a la relación con los otros. Esos a los que el terapeuta no analiza ni tiene como pacientes. Ergo no ve como se sienten afectados drásticamente por la nueva personalidad del analizado.
Y comienzan otros problemas, que antes no estaban y con los que va a haber que lidiar.
El terapeuta no te lo va a advertir. A lo sumo te dirá que los otros van a hacer "resistencia" a tus cuambios. Pero claro, como no la van a hacer? Las reglas del juego estan a punto de cambiar a ellos nadie les preguntó ni los anotició. Y van a patalear. Cuanto debería preocuparte esto? Nunca tengo la respuesta.
Lo que si se seguro, porque lo viví y porque lo ví en otros, todo será más caótico que antes de empezar la terapia.
Es una advertencia digamos.
Para que no te pase. Para que no te conviertas en un ego camianando aunque sientas que tu terapeuta ve con buenos ojos este cambio en vos.
La autoestima tiene un equilibrio delicado que si crece de golpe crea más problemas que beneficios.
Estas advertido!
Igual seguro de nada servirá. Cada uno hará su propio proceso y descubrirá sobre la marcha que le sirve y que debe ignorar.
Mal que les pese al resto de los mortales.

sábado, 24 de enero de 2009

Me innunda el pasado

Por qué no se?
Hoy me desperté recordando vieeejjoosss tiempos. Tiempos en que para las vacaciones nos ibamos al campo que más que campo era monte en realidad porque era un pueblito perdido llamado Herrera en Santiago del Estero.
Allí vivía mi abuela paterna, viuda ella con todo lo que eso significa en el monte.
Mataba los chanchos no bien llegábamos (cosa que me parecía horrorosa), traía agua del pozo solita ella, hacía las morcillas con la sangre derramada del pobre muerto recientemente degollado acompañada por las moscas.
Amasaba el pan en el horno de barro que ella misma encendía con la leña que antes había juntado.
Le torcía el cogote a la gallina para la sopa de la noche y se sentaba abajo del árbol a fumarse un cigarro en chala que armaba con mucho cuidado.
Yo le tenía miedo. Mucho miedo. Hablaba tan poco y despacio que era difícil escucharla. Vestía de negro desde ese día que el abuelo murió y para siempre hasta el último día usó esa vestimenta.
Se tensaba el pelo plateado en un rodete. Estoy segura de que tenía larguísimo el pelo pero nunca pudimos ver más que el rodete.
Nunca supe cuanto esfuerzo le costaba mantener esa casa que por tener pisos de tierra en vez de barrer se regaba.
No se quejó ni una vez de nada, ni del tiempo, ni de su soledad, ni de los achaques de la edad.
No recuerdo una sola frase dicha por su boca.
Miento, si recuerdo algo. Hablaba a todos de usted. No tuteo a sus hijos siquiera. Ni hablar a nosotros sus nietos.
A mi hermano lo llamaba el castiguito (por lo mal que se portaba obviamente). A nosotras por el nombre, nunca usó otra palabra para dirigirse a sus nietos.
Se ponía contenta cuando ibamos a verla, lo se porque mataba el chancho. Eso en el monte es toda una demostración de afecto. No reía ni hacía una mueca. Era inexpugnable su pensar.
Murió como vivió. En silencio. Sola. De cansancio supongo yo. Se quedó dura una mañana de verano. Seguro un paro cardíaco.
Como no podía ser de otra manera la enterraron con el vestido negro. Y con el rodete.
Yo la recuerdo siempre fumando en chala. Cuando las mujeres no fumaban. Pero ella tenía derecho porque era como el hombre de la casa.
No pedía permiso ni decía gracias. Miraba profundo, adentro. Y daba miedo.
Por qué hoy la recordaré particularmente?
Será el aniversario de su muerte?
Ni eso recuerdo.

lunes, 19 de enero de 2009

Tuve lo mío

Finalmente tuve unas vacaciones. No las ansiadas. Más bien diría una "escapada". Como dicen en las publicidades para captar a esos que no pueden pagarse un "paquete".
Grupo de amigos. Heterogéneo (eso no siempre es bueno), carpas, camping, zona cercana que podríamos decir para hacerle justicia, turística (sobre todo por los precios), paisaje inigualable (cerros de Cafayate) y aprendizajes (de esos que uno olvida rápido para volver a cometer errores).
Eramos como 20. Y hubo de todo. Calor insoportable y mosquitos. Lluvia torrencial y el concebido barro que va directo al interior de las carpas. Comidas rancho que nunca alcanza o sobra para hacer dulce.
Noches de chicos insomnes, otítis, exceso de fernet, insistencia de madres para que coman o no coman demasiado, litros de protector solar (del cual desconfío abiertamente), peleas a brazo partido por el último trozo de bizcochuelo, más mosquitos, interminables colas en las duchas, baños sucios, envidia por el de la carpa de al lado que tiene lo que uno necesita y no trajo, charlas hasta la madrugada, miles de fotos de cámara digital que nunca serán impresas, galones de mates cebados sin pretenciones, etc.
Lo bueno es que aprendí a conocer facetas de mis amigos que no conocía y ya debería haberlo hecho. Que aprecié tanto lo que tengo y nunca percibo. Que mi hijo se divirtió como si estuviera en Disney, que hice algo diferente a la rutina consabida, que volví con las pilas cargadas, que a pesar de todo ya estoy pensando donde "escaparme" otro ratito el mes que viene.
Lo malo es que uno no se por qué química cerebral le pone demasiada expectativa a una salida casual y corta. Ergo muchas de esas expectativas no se cumplirán por su propia naturaleza. Y ahí en ojotas hay que lidiar con el desencanto.
Seguro la próxima vez me pasará todo calcado como hoy lo cuento. Y seguro también no lo recordaré y volveré a pedir una carpa prestada y a comprar un montón de tonterías que nunca voy a usar . Me llenaré de ilusiones ilusorias sobre el viaje y cuando regrese cansada y con el pelo pajoso escribiré unas pocas líneas sobre esa "nueva" experiencia vivida.
Estuvo lindo Cafayate.
Pero la próxima si no hay un Sheratón cerca mejor la pienso.

miércoles, 14 de enero de 2009

No voy en tren, voy en avión

Tiempo de vacaciones.
Una vez más me prometí que este año sería diferente y me fallé.
Una vez más me quedo en casa, en la vecina tomando mate, en la casa de mi hermana hablando nimiedades.
Una vez más no conoceré París. Ni Grecia. Ni siquiera la India.
Esperarán los cruceros y las Pirámides de Egipto.
Se pondrán amarillos los catálogos de "conveniente paquete turístico" que acopié a montones.
Me conozco todos los conceptos turísticos onda "tiempo compartido". Hice la cuenta sobre el cambio con el yen por las dudas, el euro y el marco alemán.
Soy más sabia que ayer en un montón de cosas que no me sirven para nada.
Pero sigo sin adquirir esa sabiduría que hace posibles los sueños.
Por más que froto y froto la lámpara Aladino no aparece para hacerme un guiño y demostrarme que la magia existe.
Leo que hay que escapar a la rutina y no encuentro el valor. Intento comprarlo y nadie lo vende.
Le pido un crédito a mi suerte y me lo rebota. No hay cheques al portador que me habiliten una esperanza.
Intentando encontrar ese supuesto aprendizaje que hay en las frustraciones (teoría que sólo sostienen los frustrados dicho sea de paso) le busco el lado positivo a este momento.
Y no lo encuentro!!!!!
Estoy miope al optimismo.
Día negro para mis ilusiones.
Mañana será otro día.
Aunque hoy no podría asegurarlo.

sábado, 10 de enero de 2009

Si me mandan al banco voy contenta

Digame Señor terapeuta, cómo se regula esto de que a uno le pidan y le pidan todo el tiempo cosas?
A ver, le explico de manera más explícita.
Yo estoy de turno digamos. Como las farmacias vio? Como los maxikioscos 24 houres. Me entiende?
En cosas pequeñas y grandes.
Un ejemplo. Tengo tantos. Pero uno le voy a dar para ilustrar la descripción.
Recién nomás pasó. Hace un par de horas.
Yo sentada.El sentado (hijo de más de 20 casado y en su descanso del trabajo).Ma . . . me planchás la camisa?
Si hijo, como no.
Otro? Hace un par de noches. Lluvia. Escaseo de remises. Hijo (otro de más de veinte soltero camino a casa de su novia)Ma . . . me llevás a lo de Moni?
Si hijo, como no.
Hace cuatro días. Hija (más de 20 casada de visita en mi casa). Ma . . . me llevás a la casa de Negu que tengo que alcanzarle este paquete y de ahí me dejas en lo de Ivi que me invitó a tomar unos mates?
Si hija, como no.
Queda claro hombre? O le sigo dando ejemplos? Porque de tener tengo un montón. Como estos o más como usted quiera que sean.
Si me molesta?
No me molesta hacer favores. No me molesta hacer cosas para mis hijos.
El tema es el cuando.
Si son de sopetón me suenan a falta de respeto por lo que estoy haciendo en ese momento.
Si son impuestos me siento mal si no les digo que sí y tienen que ir bajo la lluvia, o bajo el sol, o incómodos.
Ah. Que si elijo para que me quejo? Buena pregunta.
Que por qué no digo que no? Buena observación.
Qué si conozco el significado de la palabra límite. Pero que piensa usted? Que soy una ignorante?
Yo descubrí que es dificíl establecer un parámetro que a ellos les sea facil de entender y a mi de complacer. Pedir si. Pero no todo el tiempo. No para cada cosa que tengan que hacer. Sobre todo porque no parecen registrar que yo también tengo cosas que hacer además de ser mamá. Cosas que a veces no son tan importantes pero que yo quiero hacer. O que no son de vida o muerte (lease postergables) pero que no me gusta dejar para otro día si decidí que sea hoy.
El tema es que me he convertido en una remisera sin vocación ni sustento.
O en una niñera de S:O:S cuando hay un hueco para cubrir.
O en una empleada doméstica todo servicio para eso que aburre o jode.
O en una consejera matrimonial y oreja de momentos desagradables.
Y yo no quiero ser esas cosas.
Bah, capaz que esta bien que sea esas cosas. Pero un ratito. No todo el tiempo.
El tema es que me agobian y no se como decir que no sin sentirme mal.
Culpa otra vez dice usted?
Qué rápido que saca conclusiones usted mire.
Fácil lo suyo che.
Ya le dije antes que sí conozco el significado de la palabra límite. Por que me vuelve a preguntar????
Sabe que a veces puede ser reiterativo usted?
Y también irritante. Se lo dijeron antes?
Si ya se. Chicharra. Se acabó mi tiempo.
Me voy a buscar a mi nieto que no tiene quien lo cuide. De ahí paso a retirar el pantalón de mi hijo y le dejo la leche a mi nena que esta con dolor de panza y no quiere salir a comprar.
Le prometo que voy a pensar todo lo que hablamos hoy.

miércoles, 7 de enero de 2009

Verdad o consecuencia?

¿Hay que decir la verdad?
Una amiga dice siempre que la verdad aleja a la gente.
¿Es verdad? Y si es así ¿Hay que mentir?
En definitiva la pregunta sería ¿Existe la verdad?
O hay verdades con ADN? Se me viene a la mente la frase "mi verdad". Y la del otro?
También estan esas otras verdades. Las importadas, las envasadas. Esas que nos vendieron las propagandas o las películas: *Que las donas son ricas
*Que los hombres siempre quieren
*Que el bien triunfa
*Que la ambulancia va a llegar
Además de la verdad está ese otro concepto que llamaré LO VERDADERO.
Hay experiencias vitales que nos acompañarán toda la vida y otras miles de ocasiones que pasarán al olvido más rápido que tarde. Hay que darle la misma importancia a todas entonces? Cómo reconocerlas?
Para sumar a la confusión hay quienes podrían jurar que la verdad no existe.
¿Qué prefiero? ¿Saber o ignorar?
¿Qué preferirán los demás ? ¿Qué hable o que otorgue?
Hay verdades que lastiman como cuchillos, otras que liberan, o que confunden, otras que desencantan, las hay justicieras y lapidarias. Verdades innecesarias también. Así como las hay imprescindibles.
Quiere uno la verdad? O sólo la pide por costumbre?