domingo, 22 de febrero de 2009

Una como tú

Hoy me desperté abarcativa. Con ganas de entender alguna de las tantas cosas que no entiendo.
Siempre me dan curiosidad las relaciones humanas.
Cómo se tejen y entretejen esos vínculos que a veces son tan efímeros y sin embargo recordados por siempre, o esos otros que duran una vida pero son tan imperceptibles que podrían cortarse en cualquier momento.
Anoche hablaba con un amigo. De esas cosas, la vida,las gentes, los amores, y las desaveniencias.
Y casi sin darse cuenta, inocentemente me mostró una faceta más de lo que nosotras las mujeres llamamos "los hombres".
En realidad cuando nos referimos así a ellos estamos hablando de cosas muy profundas. Sobre todo esa duda cruel que aqueja a toda mujer. "Los hombres" son personas? Sienten? Valoran? Son capaces de empatía? Y en cada hombre que diseccionamos estamos haciendolo indirectamente con "nuestro hombre". Ese que duerme a nuestro lado, o aquel otro que nos dejo en un mar de lágrimas, o ese otro que todavía estamos esperando porque dijo ya vuelvo y nos sentamos a esperar en un acto de optimismo desmedido.
Es más saludable estudiar la forma de pensar y de valorar los afectos de esos otros hombres que no son "mi hombre" porque podemos ser más receptivas. Por un rato solamente claro. Luego e inevitablemente sospecharemos si lo que logramos aprender de este hombre no será aplicable al hombre propio (si, propio de propiedad. Nosotras también cosificamos como ellos lo hacen con nosotras).
Y este otro hombre me mostró una perlita. Y yo me sonreí. Y sentí que entendí un poco más a estos especímenes dignos de largos estudios.
Me mostró su herramienta de seducción. Sin preámbulos ni preliminares.
Y cuál es? Míren ustedes.
Un cuento de Giovanni Papini que se llama ¿Por qué quieres amarme?
Es bello si. Pero lo importante no es hacer el análisis del cuento obviamente. Sino cómo es utilizado y lo fructífero de las consecuencias.
Este buen muchacho me cuenta que logró conquistar a su "amada" sólo transcribiendo el cuento y entregándoselo con cara de perrito faldero.
Y ahí se me provocó algo como una revelación.
Escribio este hombre el cuento? Conoció siquiera al tal Giovanni? Acompañó tal acto con alguna explicación que lo acercara a la trama del relato? Nooooooooooo. Sólo hizo copiar pegar y entregar.
Eso produjo en su "amada" un efecto amo a Giovanni pero como no está voy a quedarme con el mensajero.
Esta mujer a través de esas palabras de quien se enamoró? Eh? Obviamente de quién pensó , atesoró , hilvanó cada palabra allí vertida si es que es verdad que fue el disparador de tal enamoramiento.
Pero el señor Giovanni murió hace un trecho ya. Entonces? Cuán operativo resulta quedarse con Il Postino que sostiene en su mano el papel.
Práctico, poco complicado y posible.
Y si me sonrío es sólo por reconocer la sabiduría de tantos hombres como mi amigo que sabiendose poco duchos en el arte de comunicar buscan quien lo haga por ellos.
Esto una mujer no lo haría nunca. Querría palabras suyas y personales para comunicar su interés o amor o lo que le fluya por la sangre en ese momento.
El hombre no. Tan poco complicado como es, busca la solución correcta al problema que tiene delante.
Por eso ellos son solucionadores y nostras planteadoras de problemas?
Grande mi amigo! Y grande Giovanni! Y grande la pobre enamorada que se quedó con el sapo que no deja de besar a ver si se inspira!

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