lunes, 2 de marzo de 2009

Inesperado

Hice algo inesperado.
Como este tema de los psicólogos me provocaba cierta incomodidad y desconfianza intenté una salida más científica. Me fui a un psiquiatra!
Ese si que es médico. Ese conoce mejor la morfología del cerebro en definitiva. Entonces me pareció más indicado para desplegar confianza en el profesional. Para poner mis problemas en manos más leídas.
Pero sobre todo para averiguar si hay una pastillita, de esas casi mágicas, que puedan darle algo de estabilidad a mi cansada cabeza.
Y si tengo que decir rápido como me fue, lo digo en una sola palabra. Mal!
De entrada nomás no me cayó lo que se dice bien. Porqué? Eso es difícil de describir. Es como si yo tuviera un archivo de caras o facciones que me caen bien y otro donde los rasgos por si mismos me "alertan" sobre quienes no van a poder contar con mi simpatía. Era este el segundo caso.
Pero yo tenía un objetivo claro. Y por todos los medios iba a intentar convencer a este buen hombre que me haga un poco más facil la vida.
Tantas veces escuché eso de la "píldora de la felicidad", hasta me recomendaron el libro (que nunca leí) Más Platón, menos Prozac, que me tentó la idea .
Es posible eso? Existe algo químico, que se compra en la farmacia que le otorga a uno algún tipo de felicidad? Si es así, porque no lo toman todos los que no se sientan felices?
Valía la pena intentar.
Y como no quería poner tiempo entre esa charla y mi felicidad futura fui rápida y sincera.
Error!
Tengo mar de problemas. Muchos de ellos de toda la vida. Soy insegura, miedosa, exacerbada, pienso tarde y hablo primero, me angustio, duermo tan mal que amanezco sentada, tengo definidos sentimientos homicidas muchas veces, una autoestima que cabe en un dedal, que más puedo decirle?
No es que yo quisiera decirle al hombre como hacer su trabajo, pero casi.
Fui al grano pero no apreció mi sinceridad. Le comenté lo de la pastilla de la felicidad, las muchas personas que conozco que vivien como zombies empastilladas y lo bien que se las ve. No escatimé recursos.
Pero que me va a dar la razón este tipo? Nada.
Me manda una tizana. Hasta la palabra es vieja. Ofensiva. Es un consejo que uno le daría a una persona histérica y no a una paciente en verderos problemas que busca su ayuda. Me decepcionó.
Ahí, en ese mismo momento quise razones. No me iba a ir como vine. Claro que no.
Por el mismo precio le pregunté por qué no me daba la mentada pastilla? Existía al menos? Tenía tales contraindicaciones que eran peores que mis males?
Ni una explicación me dio. Dijo que no era necesario. Cómo puede decir eso????? Con que autoridad además de ser un médico? No se traiciona así a un paciente que le vino a pedir sus servicios sanadores.
Casi que me pareció peor que el Psicólogo. Sí, hasta ese extremo.
Mudo el tipo, no hubo como convencerlo. Se quedó sentado en sus cuatro. Intransigente. Uno espera más de un tipo que pasó por la Universidad.
Ni una pomada me recetó.
Salí con las manos vacías y el corazón roto. Otra posibilidad de ser feliz que se me escurre entre las manos.
No hay derecho.

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