miércoles, 14 de enero de 2009

No voy en tren, voy en avión

Tiempo de vacaciones.
Una vez más me prometí que este año sería diferente y me fallé.
Una vez más me quedo en casa, en la vecina tomando mate, en la casa de mi hermana hablando nimiedades.
Una vez más no conoceré París. Ni Grecia. Ni siquiera la India.
Esperarán los cruceros y las Pirámides de Egipto.
Se pondrán amarillos los catálogos de "conveniente paquete turístico" que acopié a montones.
Me conozco todos los conceptos turísticos onda "tiempo compartido". Hice la cuenta sobre el cambio con el yen por las dudas, el euro y el marco alemán.
Soy más sabia que ayer en un montón de cosas que no me sirven para nada.
Pero sigo sin adquirir esa sabiduría que hace posibles los sueños.
Por más que froto y froto la lámpara Aladino no aparece para hacerme un guiño y demostrarme que la magia existe.
Leo que hay que escapar a la rutina y no encuentro el valor. Intento comprarlo y nadie lo vende.
Le pido un crédito a mi suerte y me lo rebota. No hay cheques al portador que me habiliten una esperanza.
Intentando encontrar ese supuesto aprendizaje que hay en las frustraciones (teoría que sólo sostienen los frustrados dicho sea de paso) le busco el lado positivo a este momento.
Y no lo encuentro!!!!!
Estoy miope al optimismo.
Día negro para mis ilusiones.
Mañana será otro día.
Aunque hoy no podría asegurarlo.

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